La práctica educativa es uno de los pilares fundamentales en la formación docente. No se trata únicamente de observar a otros enseñar ni de aplicar mecánicamente una planeación: es un proceso vivo, donde el estudiante normalista se enfrenta a realidades diversas, aprende a dialogar con los contextos escolares y construye saberes pedagógicos situados.
En este proceso, el docente en formación reflexiona sobre su propia actuación, sobre los retos del aula, las características de sus estudiantes, la pertinencia de sus estrategias y los principios que guían su intervención. Esta dimensión reflexiva transforma la práctica en un proceso de investigación continua, como lo propuso Donald Schön al hablar del "profesional reflexivo"
